Muchas personas analizan en profundidad, una y otra vez los problemas que se le presentan, aunque no dan con su solución, quedándose solo en el estudio, obteniendo conclusiones que no se pueden realizar, con los medios existentes, y que nunca pueden llegar a cumplirse, son auténticos teóricos de los problemas.
Ante los tropiezos que se nos dan podemos elegir que actitud tomar: quedarnos observando sin hacer algo, reaccionar sin control como simple respuesta a la situación, o tomar una actitud activa, mirando hacia donde queremos llegar y creando el impulso necesario, con el aprendizaje adecuado para seguir el camino conveniente.
La actitud del observador, sin acción, y la del reaccionario, es la de quedarse viviendo el problema, recreándose en el mismo sin encontrar solución alguna, es estar en el papel del teórico de los problemas, permaneciendo entretenido, en vez de ponerse camino a la solución.
Para ser una persona efectiva antes los inconvenientes y no ser un teórico de los problemas se hace necesario tomar decisiones, asumir riesgos y moverse con cierta incertidumbre, lo que permite crecer, aprender, lograr las metas y obtener éxito. Se ha de recordar que una decisión no es tal, mientras no se exprese en la acción.
Los que teorizan sobre los problemas se sienten agobiados con sus inseguridades, miedos y saboteadores y no toman las decisiones adecuadas y necesarias.
Se hace necesario situarse en diferente nivel al que se creo el problema para poder encontrar la solución al mismo.
Recordar que una situación es considerada como problema únicamente si la persona que intenta resolverlo no sabe como hacerlo, condición que se puede superar adquiriendo aprendizaje o teniendo diferentes visiones de las circunstancias, algo que se facilita con sesiones de coac
En definitiva, ante un problema se ha de comprender la situación, un análisis e interpretación de los datos disponibles, sin pasarse tiempo teorizando sobre el mismo, elaborar y poner en marcha una estrategia, es decir, un conjunto de operaciones para poder alcanzar la solución, y por último hacer una evaluación de la solución obtenida, contrastándola con nuestra experiencia, para finalmente darla como buena o no.
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